miércoles, 13 de agosto de 2014

Historias de Nuestros Niños del Agua: Dana

Cada uno de nuestros hijos, incluso aquellos que pasaron físicamente poco tiempo con nostras, son los poseedores, por siempre, de nuestro Amor infinito. Todos ellos, también los que marcharon, tienen su lugar en nuestras vidas, su puesto en nuestras familias (el primer hijo, el segundo, tercero, etc.), y desde luego, una importancia enorme en la razón de nuestro Ser. Somos las madres, los padres, que somos, gracias a todo lo que nuestros sabios pequeños nos han ido enseñando a lo largo de nuestra vida.

Nuestros Niños del Agua fueron y serán, por siempre, nuestros hijos. Que se marcharan físicamente, no los aparta de nuestras vidas, no hace que desaparezcan de nuestro ser, no provoca que disminuya su influencia en nosotras. Ellos fueron, son, estuvieron. Ahora están en nuestro Amor, en nuestros corazones, nos han hecho más sabias, nos han ayudado a madurar, a transformarnos, a crecer, a Amar aún más, a ellos y a nuestros otros hijos, a las personas que nos rodean, a toda la humanidad, a tratarles a todos ellos, con todo el respeto, con todo el Amor del mundo.

Nuestros Niños del Agua fueron y serán, por siempre, nuestros hijos. Por siempre, seremos sus madres, sus padres y nuestro Amor, a pesar del tiempo transcurrido, seguirá incrementándose, creciendo día a día, siempre desde el corazón y la razón.

Nuestros Niños del Agua fueron y serán, por siempre, nuestros hijos. Maduramos, asimilamos su marcha, seguimos con nuestras vidas, incluso, aprendemos a vivirlas más intensamente, con más plenitud, de forma más consciente y profunda.

Nuestros Niños del Agua cuando se marchan, tocan nuestros corazones, nos conmueven, nos aportan infinito Amor y conocimiento, como podemos ver y leer en la bella y emotiva carta dedica a la preciosa Dana, que su madre, Eva Blanco, ha tenido la gentileza de dejarme publicar.

Dana, la pequeña bebé que Eva perdió, aunque se marchara físicamente de su lado, siempre tendrá su lugar en su bella familia. Su madre, la amaba profundamente y lo seguirá haciendo por siempre. Dana existió, estuvo a su lado, y su recuerdo perdurará. Un recuerdo que irá transformando la pena, en Amor, el dolor, en Amor, el tiempo, en Amor, el recuerdo en Amor.



Carta de Eva Blanco a su pequeña Dana:


Esto no es una carta de despedida


Querida Dana, cuando quise empezar a escribir sobre todo lo que nos ha pasado mi primera idea fue escribirte una carta de despedida. Después me di cuenta de que, aunque ya me despedí de ti, vuelves a mi cada día, quizás porque no quieres irte, y porque yo no quiero que te vayas. Vuelves a mi cada vez que te recuerdo, y cada vez que alguien en la calle me niega tu recuerdo... Esos "eres joven, ya vendrá otro" que ya he oído demasiadas veces. Cada vez que lo oigo siento que vuelves e intentas gritarles que sigues aquí conmigo, que vendrá otro pero no para suplantarte, sino para acompañarte, para acompañarnos. El día en que supe que eras una chica y te pusimos nombre me quité un gran peso de encima, porque lo que no se nombra no existe. Fue el día en que sentí que por fin podía despedirme de ti, pero a su vez fue el día en que te hiciste real, tan real que nunca te has ido. Te has quedado aquí conmigo para luchar por tu memoria, por la memoria de todos esos bebes que se fueron antes de nacer. "Hijos a medio nacer" os llama Galeano, y que duro suena, tan duro como cierto. Porque aunque no hayas venido al mundo, si has llegado a mi mundo, y has venido para quedarte. Has trastocado mi mundo, no se si lo has hecho mejor o peor, seguramente mejor, pero lo has cambiado tanto que ya nunca será como antes. ¿Cómo voy a pasar pagina y no volver a pensar en ti? Contigo empiezo una nueva vida, una vida que empezó con dolor pero que es una nueva vida, y la acepto tal y como es, así como te acepto a ti tal y como eres, tal y tal como quieres acompañarme.