jueves, 31 de octubre de 2013

Soledad

Cuando perdemos un bebé la soledad inunda nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra alma. Nuestro bebé, el ser vivo con el que más intimidad hemos compartido en nuestras vidas (además de sus hermanos, si con anterioridad estuvimos embarazadas) se ha marchado. En nuestro físico, en nuestro cuerpo, sentimos esta pérdida como un abandono,  un quebranto, una ruptura de la unidad simbiótica entre madre e hijo. En lo emocional, esta separación nos deja derruidas, vacías, huecas. Nuestra entidad, nuestra identidad desaparecen devastadas ante el impacto de la pérdida de nuestro bebé, de nuestro yo. 

La sensación de soledad, opresora, se apodera de nuestro día a día. Nos sentimos tan solas, tan abandonadas, tan desgraciadas, tan incomprendidas por nuestra pérdida. 

Si nuestras parejas nos apoyan esa sensación se alivia en algo. También la presencia de otros hijos nos distrae por momentos de nuestra pena. Sin embargo, siempre hay instantes del día, de la noche, en los que sentimos la opresión de la pena y la soledad de nuestro cuerpo y de nuestra alma.

Desde aquí quería decirte que en lo más triste del día, de la noche, recuerda, no estás sola. Muchas Mamás, muchos Papás, muchos niños y niñas, te acompañamos, hemos pasado por una experiencia similar a la tuya, te apoyamos, te comprendemos y te enviamos todo nuestro Amor y nuestro arropo.

Para esos momentos en los que te sientas sola te tendemos nuestras manos, nuestros brazos y te enviamos un hilo de Amor para tu corazón, para tu alma herida. Recoge todo ese hilo en tu interior, y cuando te sientas preparada, une los dos lados de la grieta de tu alma con él.

Recuerda, no estás sola, cada Mamá, cada Papá, cada hijo e hija que hemos pasado por un trance similar al tuyo te enviamos un hilo tejido con todo nuestro Amor, nuestro arropo y nuestro cariño, para hacerte compañía, para arroparte, para aliviar tu sensación de soledad.

martes, 15 de octubre de 2013

Siempre en el corazón



Las madres, los padres, que perdemos un Niñ@ del Agua siempre los llevamos en nuestro corazón. Todos los días de nuestras vidas dedicamos un tiempo propio para recordarles, enviarles nuestro cariño, nuestro Amor. Aunque físicamente ya no estén con nosotros, ellos siempre nos acompañan en nuestra alma, en nuestro espíritu, en nuestro corazón.

Hoy, en un día especial, el Día Internacional de la Muerte Perinatal y Neonatal, quiero enviar todo mi Amor, mi cariño y mi respeto a todas las mamás y papás que han pasado por la pérdida de su bebé. No existe dolor más intenso y más ingrato que el producido por la muerte de un ser querido, en especial, el de un/a hij@. Sin importar el tamaño, el momento o la forma en el que la marcha se produjo, este dolor es siempre desgarrador, atenazante, avasallador. En el instante en el que las madres y los padres somos conscientes del fallecimiento de nuestro amado bebé, nuestro corazón estalla en mil pedazos, nuestra alma se agrieta y nuestras ganas de vivir se escapan de nuestro cuerpo. Justo en este momento, tod@s necesitamos arropo, cariño, Amor incondicional, palabras bondadosas llenas de respeto y reconocimiento hacia nuestra pena, hacia nuestros sentimientos, hacia la validez de nuestro duelo. Palabras libres de opiniones y juicios, palabras sinceras de Amor y respeto hacia nuestro inmenso drama.


Tenemos derecho a estar triste tras la marcha de nuestros bebés, es algo lógico y natural, la muerte se ha llevado una parte de nosotras mismas, una porción de nuestro ser que jamás podremos recuperar. Junto a nuestros bebés se marcharon nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestro futuro. La sociedad debe comprender que no necesitamos que se le reste importancia a nuestro dolor, muy al contrario, necesitamos que nos visibilicen, poder hablar de nuestros bebés del agua, de nuestra pena, de nuestras ilusiones perdidas, de lo que sentimos. Necesitamos apoyo, comprensión, no reproches o minimización de nuestra pérdida o dolor.

Comprender que tu hija, que tu hija ha muerto es una realidad muy dura, conlleva mucho tiempo el poder asumirlo, se logra, pero el camino hasta llegar a este entendimiento es largo y complejo. Ese camino, está lleno de pesadumbre, de lágrimas. Ofrecednos vuestros hombros, vuestro regazo, si no sabes que decir, vuestro gesto de consuelo, de comprensión. La vida y la muerte también van parejas en la maternidad, algunas vivimos una maternidad diferente, en la que nuestro bebé está físicamente ausente, pero pervive siempre en nuestro corazón.

A las mamás y papás del agua, os envío todo mi apoyo, todo mi cariño, toda mi comprensión.