Hace
unos días entablé una interesantísima conversación con una desconocida. En un
momento dado, señalando a mi niña, me preguntó si no tenía más hijos. Le
contesté, que había tenido otra niña, pero que había muerto muy chiquitita.
La
respuesta que le di a la chica me sorprendió. Por lo general, cuando
hablaba de mi pequeña Luna, siempre solía decir que había perdido una hija, que
se había marchado, que se fue, pero nunca había pronunciado en voz alta la palabra "muerte"
para referirme a ella y menos, delante de una persona con la que no me unía ningún
lazo de amistad.
Por
supuesto, soy consciente, desde que sucedió, de que mi hija ha muerto, pero, supongo que decirlo de
viva voz, pronunciar la palabra "muerte", me resultaba demasiado crudo, demasiado
duro. Ahora, comprendo que poder hablar
y nombrar la muerte de nuestros hijos forma parte del proceso del duelo.
Tenemos que estar emocionalmente preparadas para poder pronunciar una palabra
tan tabú y de consecuencias tan definitivas.
Más
de una vez, he leído reproches o incluso me han preguntado que porqué las Mamás
y Papás del Agua buscamos otras formas de nombrar la muerte. (Parece que al no
estar nuestro duelo reconocido, siempre tengamos que estar justificándonos,
incluso, somos censuradas por no poder pronunciar, verbalizar, una realidad tan
desoladora como la muerte de un hijo.)
Para
nombrar la muerta, máxime de nuestros bebés, tenemos que sentirnos con la
fuerza emocional suficiente como para poder hacerlo. Lo haremos, pero sólo cuando
nuestro consciente y nuestro inconsciente estén preparados para poder asumir la
realidad de que nuestro bebé murió.
La
partida, la marcha, la pérdida, de alguna forma nos parecen temporales.
Cerramos los ojos, nos dormimos y anhelamos que a la mañana siguiente, al
abrirlos, todo haya sido una pesadilla. Soñamos, con que nuestro bebé siga ahí en nuestras
entrañas o ya haya crecido y esté revoloteando a nuestro alrededor jugando y
riendo. Sin embargo, no está ahí, se marchó, partió, se fue…por desgracia,
murió.
Asumir
la muerte y más de un hijo, conlleva mucho tiempo, mucho esfuerzo, muchos procesos conscientes e inconscientes. Una vez más, tenemos que pedir
respeto, pedir que no nos juzguen y que nos dejen vivir los tiempos de nuestro
duelo sin presionarnos, sin forzarnos.
Por
supuesto que sabemos que nuestros pequeños han muerto. Pero, una cosa es
saberlo y otra es asumirlo y estar preparada para verbalizarlo.
Texto: Elena Mayorga
A mi me da miedo pronunciar esa palabra noo me atrevo. Sólo puedo decir q mi bebito se fue y lo perdí. Lloro su pérdida todos los días y no se cuando sanara mi corazón. Lo peor de todo que a mi me cuesta mucho embarazarme. No es fácil y eso duele más
ResponderEliminarSiento muchísimo tu pérdida. Date tiempo para descansar y recuperar tu salud física y emocional. Te abrazo muy muy fuerte <3
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