Hace un año, estaba felizmente embarazada de mi segunda
hija. Era una niña amada, desea y con la que mantuvimos tanto su padre, como su
hermana, y yo, un estrecho vínculo todos los meses que compartimos con ella. La
naturaleza, en nuestro caso, fue cruel y determinó que nuestra pequeña Luna, no
tuviera posibilidades de sobrevivir, su corazón, ventrículos, arterias, estaban
tan malformados, que la vida para ella era imposible.
Recibir un diagnóstico tan demoledor me desgarró el alma,
nunca había sentido tanto dolor; tanto, que incluso se volvió físico. La
noticia, en el momento de dármela la doctora, la sentí como si estuviera
recibiendo un martillazo en la cara.
Recuerdo a la médico, una mujer empática y respetuosa que
nos dio el diagnóstico con lágrimas en los ojos. Ella, aunque no nos conocía de
nada, sentía nuestro dolor, le apenaba ver cómo en pocas palabras nuestra vida
había quedado hecha trizas. El diagnóstico era inevitable y, por más que estuvo
revisando el caso, no había solución. Nos citó al día siguiente porque el
comité de radiólogos del centro se iba a reunir para, entre todos, estudiar el
caso. Por desgracia, nada cambió y todos los médicos estuvieron de acuerdo con
el fatal desenlace. Después, varios médicos más, a cada paso del procedimiento
que seguimos, volvieron a revisar largamente el caso. No había esperanza y así
lo asumimos mi pareja, mi otra hija y yo.
Si escribo estas palabras es porque estoy alarmada con
algunas noticias y comentarios que voy leyendo por la red en las que se
cuestiona la profesionalidad de ginecólogos y obstetras en este tipo de
diagnóstico. No dudo que pueda producirse algún fallo en el examen, pero
también estoy segura de que la gran mayoría de estos médicos, al hacer una
prueba médica y encontrase con problemas de estas características, realizan su
trabajo con total profesionalidad y responsabilidad.
Todo este tipo de noticias sensacionalistas, basadas en
opiniones o en artículos de periódicos (sin contrastar las fuentes) lo único
que logran es menoscabar aún más la moral de las Mamás que tenemos que
enfrentarnos a una muerte gestacional. A veces son noticias sacadas de contexto
(muchas veces publicadas con un sesgo propagandístico muy marcado), en las que
muestran fallos médicos que no fueron, “supuestamente” más allá porque la
madre, a pesar de lo que le habían dicho, siguió adelante con el embarazo.
Otras veces, son casos en los que se supone que fallaron las técnicas y se
diagnostico erróneamente, un latido, una malformación....existen muchos más
ejemplos.
Vuelvo a repetir, por supuesto y por desgracia que se
cometen errores terribles, son lamentables y entre todos tenemos que reivindicar que se utilicen todos los medios necesarios para que se eviten. Pero, también hay que saber que en caso de diagnósticos prenatales
fatales, por lo general, los profesionales siempre piden una segunda e,
incluso, una tercera opinión, lo que deja menos margen al error.
Me parece indignante que con la excusa de “informar”, todo
este tipo de publicaciones lo que provocan es dolor, dudas e incertidumbre en
las familias que hemos pasado por tan desgraciada experiencia.
Cuando recibimos este tipo de diagnóstico, por supuesto
que debemos pedir una segunda opinión, una tercera, para asumir lo inevitable o
para cerciorarnos de que no ha habido error. Pero una vez que todo ha sido
comprobado, una y otra vez, tenemos que hacer frente a la cruda realidad. No
podemos pensar, ni dejar que nos dejen pensar, en posibles “y si”, pues esto
puede hundirnos en un pozo de desesperación y culpabilidad del que jamás
podamos salir. Bastante dolor tenemos ya con nuestras demoledoras pérdidas como
para que vengan, supuestos defensores de la verdad, a crearnos más pena y
desazón.
Por supuesto, debemos informarnos, defender nuestros
derechos: a que nos escuchen, a que nos atiendan correctamente, a que se
utilicen los mejores y más efectivos medios técnicos, a que comprueben varias
veces el diagnóstico, a que nos traten bien, a que nos hablen con un mínimo de
humanidad (deberían formar a los profesionales para saber afrontar y reaccionar
ante estos casos para que no nos hieran con su actitud o sus palabras faltas de
tacto). También tenemos que tener derecho a elegir en libertad, con toda la
información en la mano, nuestra opción, no la que nos impongan ni leyes
restrictivas, ni médicos, ni grupos de opinión a través de noticias
sensacionalistas.
Cada mujer debe tener el derecho a elegir su opción en
libertad, sin presiones de ninguna parte. ¿Por qué no apoyarnos entre todas, en
nuestras decisiones, en vez de crearnos desazón y dudas?
Por favor, si vais a publicar una noticia de este tipo,
sed rigurosos: contrastad las fuentes, hablad con todos los implicados en los
casos, no comentéis habladurías de segunda o tercera mano, no seáis frívolos.
Si conocéis algún caso verídico, informadnos de donde ocurrió, de qué pasó, de
cómo pasó, de cómo fue el error, etc., buscad la ayuda de un profesional de reconocido
prestigio para que nos explique el caso, el por qué del error, lo que falló,
pero, por favor, no generalicéis y extrapoléis, no hagáis norma por un caso, no
lo saquéis de contexto, pues además de peligroso, crea alarma y dolor en muchas
mujeres, en muchas familias. Si ocurrió un error, que por supuesto es
lamentable y una desgracia terrible, buscad datos estadísticos reales,
decidnos, en qué porcentaje de casos se da ese tremendo error. Apoyad a la
familia en su denuncia, acompañadles en todo el proceso, decidnos cómo podemos
ayudar a la Mamá y al Papá.
Tenemos que estar informadas, pero no alarmadas o asustadas.
A fin de cuentas, estamos hablando de una cuestión de
respeto. Seamos todos respetuosos, hacia las madres que hemos perdido hij@s, la
peor desgracia de esta vida, y hacia los profesionales que nos acompañan en este
terrible trance. Si todos nos respetáramos y habláramos sin acusaciones,
opiniones nocivas y sobretodo, sin juzgar al otro, mejor nos irían las cosas.
Si queréis ayudarnos de verdad, acompañadnos, apoyadnos
sin presionarnos, sin ahondar nuestra pena, sin juzgarnos.
Por cierto, a mí me han llegado a decir que el diagnóstico
de mi hija, y la decisión que tomé, eran fruto de una conspiración
medico-patriarcal para manipularme y someterme a sus decisiones. Así de
absurdo, pero cierto. Tantos años luchando por la igualdad de la mujer, por el
derecho a decidir, a poder parir de forma natural, a lactar a nuestros hijos,
reivindicando nuestra idiosincrasia femenina, contra el abuso de poder, contra la
violencia obstétrica en parto y nacimiento, para que me digan tamaña tontería.
Sí, existe la violencia obstétrica, he sido víctima de
ella y sé bien de lo que se trata. Sí, existen malos profesionales, médicos que
no saben adaptarse a los tiempos y utilizar los mejores procedimientos para sus
pacientes. Sí, existen fallos en los diagnósticos. Sí existen errores
tremendos, desgraciados y muy trágicos, pero no nos hagan creer que son más
frecuentes que los aciertos.
Por favor, traten el tema con rigor, con datos
fehacientes, con asesores expertos. No traten este tema tan penoso para tantas
mujeres tan a la ligera, con frivolidad y alarmismo. Dejémonos de
conspiraciones y seamos constructivos, no manipuladores y demagogos. Bastante
tenemos las madres con haber perdido a nuestros hijos como para tener que
aguantar más presión emocional.
Hola Elena:
ResponderEliminarConsidero que tu artículo puede ayudar a pensar los errores diagnósticos, como pretendes. Gracias no sólo por expresarnos tu visión y percpeción de esta realidad, sino por mostrarnos tu propia experiencia.
Un abrazo
Mar
Mi queridisima Elena. Muchas gracias por tratar este delicado tema con tanta valentía, sensibilidad y tolerancia. Son momentos durísimos sea cual sea la decisión tomada y nadie tiene derecho a juzgar a las familias por ello pues cada uno actúa en función de lo que considera mejor para sus circunstancias personales. Un fuerte abrazo hermana
ResponderEliminarMe ha encantado la sensibilidad con la que has enfocado el tema. Mis felicitaciones
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