lunes, 18 de febrero de 2013

No somos culpables



El otro día, hablando con un amigo, por desgracia reciente Papá del Agua, me percaté de hasta qué punto unos de los sentimientos más intensos que compartimos todas las personas, madres y padres, que perdemos a nuestros bebés es el de la culpa.
Indefectiblemente, tras la marcha de nuestr@s hij@s, tod@s nos sentimos responsables de lo ocurrido y nos atormentamos con un sin fin de pensamientos nocivos.
Las madres, le damos miles de vueltas a cómo fue el embarazo: ¿qué comimos? ¿nos movimos demasiado? ¿nos afectó el trabajo? ¿no tomamos ácido fólico? ¿por qué corrí o bailé? ¿por qué me tomé una aspirina? ¿mis preocupaciones fueron las que afectaron al bebé? ¿mi cuerpo tiene algún problema?… Y así, podemos pasar días y días repasando minuto a minuto todo el tiempo que pasó desde la concepción hasta la pérdida.
Los padres, se sienten mal por no haber protegido a sus parejas, a sus hij@s, por no poder evitarle el dolor físico, por tener que irse a trabajar mientras su corazón está supurando dolor.
Cada madre, cada padre, se da a sí mism@ mil y una razones para culparse de lo ocurrido.
Además, la sociedad ciega al dolor y la muerte, ayuda a incrementar este sentimiento de culpa al negar nuestro dolor queriendo minimizarlo y ocultarlo. En películas, revistas, blogs, webs, grupos de apoyo, casi en exclusiva, se habla de embarazos “logrados” y de bebés sanos. Nos muestran preciosas fotos de lactancia, pañales, ropitas, juguetes, dicha, felicidad, y se oculta que la vida y la muerte andan parejas también en un embarazo y en una vida reciente.
Nosotr@s, que en tiempos nos recreamos ante la felicidad que traen pareja la maternidad y la paternidad, realmente estamos viviendo unas circunstancias diametralmente diferentes. Atónit@s, desgarrad@, derruid@s, nos sentimos abandonad@s, sol@s, no somos las madres y los padres felices de las fotos, somos unos seres humanos muy heridos en lo físico y en lo emocional, que además de estar sufriendo un dolor devastador, silencioso y silenciado, nos estamos enfrentando a una situación tabú de la que casi no hay información y a los sentimientos de agonía y fracaso que nos causa el haber perdido a nuestro amado y esperado bebé. Nos sentimos perdid@s, sol@s, desconcertad@s y muy culpables por ser tan diferentes, por no haber podido alcanzar lo que, aparentemente, tiene todo el mundo.
Y sin embargo, ninguno de nosotr@s somos culpables de lo que ocurrió.
No somos culpables de ser humanos y de no poder controlar los designios de la Naturaleza.
No somos culpables de ser madres y padres que se sienten destrozados, no sólo por la pérdida de nuestras ilusiones y de nuestros sueños, sino por la marcha de nuestros anhelados bebés.
No somos culpables de no poder controlar la realidad, al igual, no somos culpables de no poder controlar la Naturaleza, ni siquiera la que concierne a nuestro propio cuerpo, a nuestra reproducción y a los fallos cromosómicos y genéticos que puedan acontecer en la concepción de nuestros bebés.
La Realidad es dura, implacable y, sobre todo, una magnitud indomable e insondable. Cada uno de nosotr@s vivimos en nuestra propia realidad, en nuestro mundo, pero más allá de nosotr@s existe una Realidad mayúscula, sin disfraces, sin ambages. Una Realidad que no podemos modificar por más que nos duela y nos haga daño. Al igual que el volcán explota o el terremoto estalla y nos es imposible evitarlo, hay acontecimientos en nuestras vidas que escapan de nuestro control.
Si algo nos enseña pasar por la muerte de un/a hij@ es a ser humildes y a comprender que la vida y la muerte  son incontrolables, y no sólo las nuestras, sino, un hecho mucho más demoledor, también la de nuestr@s hij@s.
No somos culpables, simplemente, somos seres humanos que han vivido la peor desgracia que pueda vivirse en esta vida. Pero, por muy horrible que sea esta desgracia, las causas van más allá de nuestro control, y no podemos culparnos.
Pensamos que podemos controlarlo todo, pero debemos ser humildes y comprender que la Vida, la Naturaleza, la Realidad mayúscula siempre escaparán de nuestro control.

12 comentarios:

  1. Joooo qué razón tienes Elena. El otro día hablaba por teléfono con Sol y le comentaba cómo yo no he empezado a agradecer la vida de mis hijos hasta que no perdí a Kai. Yo pensaba que el tener niños sanos, guapos e inteligentes era lo mínimo que yo merecía, por ser tan guay...
    Y de repente enfrentarte a la enfermedad y la muerte es una cura de humildad....
    Te das cuenta de que ante lo realmente importante nada puedes hacer....
    Ahora doy gracias por mis hijos, por mis partos, mis lactancias pues podría no haber sido así de maravilloso y también doy gracias por Kai que me mostró todo ello.
    Y respecto a los sentimientos de culpa también es "inevitable" y además si no los tienes siempre hay quien te reprocha ¿verdad? A mi me llegaron a decir, que no tendría que haberme complicado la vida, teniendo ya cuatro...como que era tentar la suerte...¡¡uf!!
    Gracias a nuestros niños que se fueron rápido somos sin duda alguna mejores personas.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Nunca podré agradecerle a los Niños del Agua, a Luna, a Kai, a Daniel, a la Pequeña Flor, el haberme hecho comprender el inmenso privilegio que supone la maternidad y la paternidad. Nuestros pequeñines nos han enseñado y enseñaran tanto, pero, son unas enseñanzas a un precio demoledor ¿verdad?
      Yo también pensaba que mi niña estaría bien, me veía jugando con Adriana y ella, dándole tetita, escribiendo cuentas para mis dos soles ... y sin embargo, en cuestión de pocos segundos y tras unas breves palabras me tragué de lleno la realidad y perdí la soberbia.
      Qué sabios son nuestros pequeños, los que se fueron y los que están, qué privilegio el poder aprender tanto a su lado y el poder Amar, a pesar incluso, de barreras físicas.
      Un abrazo muy fuerte querida Paloma,
      Elena

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    2. Guapas, pues yo estoy llegando a otras conclusiones. He hablado con una terapeuta tremendamente espiritual. Ni me creo ni me dejo de creer lo que me comenta, pero sí me removió algunas cosas. Que nuestros hijos nos eligen sí que creo que es totalmente cierto. Ellos marcan los tiempos y el momento oportuno para llegar a este mundo a través de nosotros. Pero los hijos que no llegan a nacer vienen a enseñarnos tantas cosas, lo mismo estos seres buscan padres con más conciencia. ¿Qué os parece?

      Una de mis hermanas y mi madre han tenido abortos. Nunca hablan de ello. Que yo me haya posicionado, les haya puesto hasta nombre a los míos, les ha sorprendido tanto. Kai fue un aborto bioquímico, solo tengo un test positivo y un llamador de ángeles como recuerdo. Ocho días compartió conmigo teniendo la certeza de que estaba embarazada, pero yo le empecé a querer desde que decidimos ser padres, antes incluso de conocer a Miguel y me imaginaba qué clase de madre sería. De Altair tengo más cositas que guardo como auténticos tesoros. Pues les digo a mi madre y a mi hermana que aunque hubieran sido embarazos psicológicos también les hubiera puesto nombre. Pues esta terapeuta también me dijo que lo mismo yo me había nombrado protectora de mi familia y con todo este trabajo que estoy haciendo con mis niños estoy ayudando a nombrar a mis hermanos y a mi sobrino que no llegaron a nacer. No sé qué pensar, pero es muy curiosa su opinión.

      Besos para nuestros Kais, para Luna, para Adriana y para el resto de tu tropa Paloma (perdona, que nunca recuerdo todos sus nombres). Y por supuesto, para nosotras, que somos unas madrazas.

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    3. Qué importante el camino de introspección que estás realizando y gracias por tu generosidad al compartir con nosotras tus conclusiones. Todos nuestros hijos, por pequeños y breve que fuera su paso por esta vida, vienen a enseñarnos, a hacernos conscientes de nuestras carencias y también de nuestros dones y talentos. Los bebés y los niños son los maestros más sabios y generosos. Un abrazo muy fuerte, Elena

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  2. Elena, es muy importante el mensaje que transmites porque precisamente eso es lo que venimos a aprender a esta vida, el desapego, no controlar nada, a confiar en la Vida.. que es difícil, porque creo que como seres humanos, tener un cuerpo físico, ya nos ancla en ese estado de querer controlarlo o querer saberlo, todo.

    Y somos grandes por el hecho de estar aqui, somos grandes y valientes por estar aqui y somos grandes por ser Mujeres y aceptar en nuestro cuerpo una nueva Vida, aceptando todas las consecuencias que conlleva esa decisión.

    Librarnos de la carga de la "culpabilidad" se convierte en nuestro trabajo más importante, si queremos seguir adelante en este camino.

    Gracias por recordármelo.

    Te abrazo

    María José González

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    1. ¡Hola María José!
      Difícil camino el que andamos en esta vida, y más, cuando perdemos por el camino a seres tan queridos y anhelados como nuestros hijos. Existen magnitudes que no podemos controlar y no podemos culpabilizarnos por ellas.
      Un abrazo,
      Elena

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  3. Estoy muy de acuerdo con tus palabras, Elena. Asumir y entender que hay un porcentaje importante que no podemos controlar, por mucho que nos empeñemos es una lección difícil. En breves, voy a dar un taller vivencial sobre el aborto en Zaragoza y me gustaría recomendar tu blog como recurso. Un abrazo grande y gracias por tu labor.

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por ayudar a difundir nuestro blog en tu necesario taller sobre las pérdidas.
      Cómo bien dices, una de las lecciones más complejas, pero necesarias, tras una pérdida es la de asumir que no podemos controlar ni nuestra vida, ni la de nuestros hijos. Una dura lección, que te hace perder la soberbia y asumir con humildad nuestra condición humana.
      Un abrazo,
      Elena

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  4. que cierto y como me identifico también con las palabras de Paloma, esa cura de humildad...

    Culpable, hagas lo que hagas, decidas lo que decidas, la culpabilidad esta ahí en algún momento, yo creí cuando decidí seguir adelante con el embarazo que al menos ese paso me lo iba a saltar y no fue así.
    Me sentía culpable por las malformaciones de mi hija, eran responsabilidad mía por esto o aquello, me sentía culpable por que quizás le había alargado la agonía, me sentía culpable porque hubo momentos en los que sentí cierto rechazo hacia ella, me sentía culpable porque creí estar demasiado bien después.

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    1. Diana,

      Gracias por hacerme ver que la culpa seguiría allí de no haber tomado la decisión de no seguir adelante con el embarazo. No puedo parar de pensar "y si me equivoqué". "y si hubiera superado todas esas operaciones de corazón". Me sigo sintiendo culpable de no haberle dado una oportunidad, de haber temido por él, por su hermana, por mí, por nosotros como familia, como pareja. De haber bajado los brazos, tal vez.

      Un abrazo muy fuerte.

      Céline

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    2. no sabes como me identifico contigo diana,mi primer embarazo ya me dio problemas,tuve que hacer reposo.el segundo,fue como una agonia,a los 6 meses perdia a mi bebe,que venia con malformaciones,pero yo queria seguir adelante pese a lo que los demas pensaban.lo pase muy mal,incluso no queria saber nada de mi familia y mucho menos de la de mi esposo,al que en algun momento hice culpable,y lo mismo ,volver a sentirme bien me hacia culpable..

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  5. Cómo bien dices Diana, todas nos sentimos culpables tras la marcha de nuestros bebés. Nos sentimos culpables por todo, hasta por las cosas más nimias, y sin embargo, no lo somos. Las Mamás y los Papás que recientemente han perdido tienen que saberlo, sean cuales sean tus circunstancias, no eres culpable, hay muchas cosas en esta vida que no podemos controlar y entre ellas la Vida.
    Gracias por tu testimonio querida amiga, tiene un valor incalculable.
    Un abrazo muy muy fuerte,
    Elena

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