Cuando
sufrimos la pérdida de un ser amado, tanto nuestro cuerpo como nuestra mente experimentan
un terrible trauma. Las hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina inundan
nuestro organismo, nos sentimos ansiosas, agotadas y abatidas, además, nos
cuesta dormir, concentrarnos y pensar en algo diferente a nuestra pena. Durante
días, nuestra mente, exhausta, no puede parar de recrear las vivencias por las
que acabamos de pasar sometiéndonos a una verdadera tortura emocional: ¿Por qué
a mí? ¿Hice algo mal? ¿Estoy teniendo una pesadilla? ¿Cómo voy a poder vivir
sin mi bebé? ¿Qué puedo hacer? …
Para
poder aliviar nuestro cuerpo y nuestra mente tenemos que darle salida a todo el
dolor que hemos acumulado, tanto física como emocionalmente.
Como
ya hemos comentado en otras ocasiones, lo primero que podemos hacer es
verbalizar nuestro dolor, resulta de vital importancia, para poder superar el
duelo de una forma sana, el hablar de nuestra pena, comentar con
otras personas, comprensivas y sustentadoras, cómo nos sentimos, en qué
pensamos, cómo nos encontramos emocional y físicamente.
Hablar,
verbalizar, llevar algo de luz a nuestra tristeza, nos proporciona un poco de desahogo
y nos ayuda a no sentirnos tan solas y perdidas en esta Vida que sentimos tan
injusta y que nos ha arrebatado lo que más amábamos y anhelábamos, la presencia
de nuestro bebé. La empatía con la que nos respondan nuestros confidentes será
proporcional al alivio que podamos sentir. Cuanta más empatía y comprensión,
mejor efecto tendrá el hablar en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
Sin
embargo, aunque el hablar de nuestro sufrimiento y verbalizarlo mitigue nuestra
pena (sobre todo si contamos con interlocutores empáticos y sustentadores), las
raíces del dolor, recias y recónditas, se hunden y esconden en nuestro
inconsciente más profundo y son muy complejas de hallar y aliviar.
Para
poder sanar nuestro sufrimiento, tenemos que acceder a ese oscuro y secreto
escondrijo de nuestro yo, de nuestra mente, de nuestra psique. Existen muchas
formas de realizar esta búsqueda interior, este difícil y necesario trabajo de
introspección. Cada una de nosotras debemos buscar la manera que más nos
conmueva, la que a nosotras nos funcione y nos permita sacar a la luz y hacer
consciente nuestras emociones más profundas e inconscientes.
Para
acceder y visibilizar estas emociones escondidas en nuestra sombra, podemos
utilizar técnicas físicas, técnicas mentales y/o la combinación de ambas. Entre
estas útiles herramientas, destacamos el Yoga, la danza, la biodanza, el
Taichi, el senderismo, la meditación, las relajaciones guiadas, la música, la costura,
la pintura, la escultura, la escritura, la jardinería, la cocina, y un largo
etc.
Estas
técnicas nos ayudarán a acallar nuestro pensamiento, a concentrarnos en lo que
estamos realizando de tal forma que, súbitamente, aflorarán a nuestro
consciente las preocupaciones y emociones que más daño y dolor nos están
causando. En un duelo, el poder visibilizar y trabajar estos sentimientos
negativos resulta de fundamental importancia.
Para
poder asumir nuestra pérdida, tenemos que empezar por trabajarla y comprenderla.
Para asumir nuestro dolor, tenemos que buscarnos, encontrarnos, conocernos y
aceptarnos tal y como somos, incluidas las experiencias terribles por las que
acabamos de pasar. Esto conlleva mucho esfuerzo y tiempo, para cada persona los suyos
propios.
No
quería dejar de mencionar aquí los beneficios adicionales que reportan, para
las personas en duelo, técnicas como el Yoga, el taichí, la biodanza, el senderismo
y muchas otras. Estos métodos de autoconocimiento en los que se combinan
movimientos físicos y concentración mental, al impulsarnos a que nos movamos,
sudemos y hagamos ejercicio, realizan una magnífica labor de limpieza en
nuestro organismo facilitando la eliminación de la toxicidad acumulada por el
continuo bombardeo de las hormonas del estrés. El llorar nos permite que a través de
las lágrimas nos deshagamos de mucha de esta ponzoña, pero el caminar,
movernos, accionar nuestros músculos, huesos y articulaciones, también suponen,
además de un reencuentro con nuestro cuerpo, una vía rápida para eliminar esa
toxicidad y para generar otras hormonas que, gracias a sus efectos calmantes y
euforizantes, nos infunden un mejor ánimo.
Si
estás pasando por un duelo, sacar a la luz tus emociones y sentimientos más
escondidos puede serte de gran utilidad para superar el proceso. Elige tu
propia vía, la que más te llene y busca tu propia forma de expresión artística,
mental y/o corporal para visibilizar y sanar tu sufrimiento más profundo.
Como podría haceros llegar la carta a mi estrella del cielo?
ResponderEliminar¡Hola!
EliminarPuedes escribirme a emayorga@mentelibre.es
Un fuerte abrazo,
Elena