martes, 26 de marzo de 2013

Cómo abordar nuestro dolor más profundo


Cuando sufrimos la pérdida de un ser amado, tanto nuestro cuerpo como nuestra mente experimentan un terrible trauma. Las hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina inundan nuestro organismo, nos sentimos ansiosas, agotadas y abatidas, además, nos cuesta dormir, concentrarnos y pensar en algo diferente a nuestra pena. Durante días, nuestra mente, exhausta, no puede parar de recrear las vivencias por las que acabamos de pasar sometiéndonos a una verdadera tortura emocional: ¿Por qué a mí? ¿Hice algo mal? ¿Estoy teniendo una pesadilla? ¿Cómo voy a poder vivir sin mi bebé? ¿Qué puedo hacer? …

Para poder aliviar nuestro cuerpo y nuestra mente tenemos que darle salida a todo el dolor que hemos acumulado, tanto física como emocionalmente.

Como ya hemos comentado en otras ocasiones, lo primero que podemos hacer es verbalizar nuestro dolor, resulta de vital importancia, para poder superar el duelo de una forma sana, el hablar de nuestra pena, comentar con otras personas, comprensivas y sustentadoras, cómo nos sentimos, en qué pensamos, cómo nos encontramos emocional y físicamente.

Hablar, verbalizar, llevar algo de luz a nuestra tristeza, nos proporciona un poco de desahogo y nos ayuda a no sentirnos tan solas y perdidas en esta Vida que sentimos tan injusta y que nos ha arrebatado lo que más amábamos y anhelábamos, la presencia de nuestro bebé. La empatía con la que nos respondan nuestros confidentes será proporcional al alivio que podamos sentir. Cuanta más empatía y comprensión, mejor efecto tendrá el hablar en nuestro cuerpo y en nuestra mente.

Sin embargo, aunque el hablar de nuestro sufrimiento y verbalizarlo mitigue nuestra pena (sobre todo si contamos con interlocutores empáticos y sustentadores), las raíces del dolor, recias y recónditas, se hunden y esconden en nuestro inconsciente más profundo y son muy complejas de hallar y aliviar.

Para poder sanar nuestro sufrimiento, tenemos que acceder a ese oscuro y secreto escondrijo de nuestro yo, de nuestra mente, de nuestra psique. Existen muchas formas de realizar esta búsqueda interior, este difícil y necesario trabajo de introspección. Cada una de nosotras debemos buscar la manera que más nos conmueva, la que a nosotras nos funcione y nos permita sacar a la luz y hacer consciente nuestras emociones más profundas e inconscientes.

Para acceder y visibilizar estas emociones escondidas en nuestra sombra, podemos utilizar técnicas físicas, técnicas mentales y/o la combinación de ambas. Entre estas útiles herramientas, destacamos el Yoga, la danza, la biodanza, el Taichi, el senderismo, la meditación, las relajaciones guiadas, la música, la costura, la pintura, la escultura, la escritura, la jardinería, la cocina, y un largo etc.

Estas técnicas nos ayudarán a acallar nuestro pensamiento, a concentrarnos en lo que estamos realizando de tal forma que, súbitamente, aflorarán a nuestro consciente las preocupaciones y emociones que más daño y dolor nos están causando. En un duelo, el poder visibilizar y trabajar estos sentimientos negativos resulta de fundamental importancia.

Para poder asumir nuestra pérdida, tenemos que empezar por trabajarla y comprenderla. Para asumir nuestro dolor, tenemos que buscarnos, encontrarnos, conocernos y aceptarnos tal y como somos, incluidas las experiencias terribles por las que acabamos de pasar. Esto conlleva mucho esfuerzo y tiempo, para cada persona los suyos propios.

No quería dejar de mencionar aquí los beneficios adicionales que reportan, para las personas en duelo, técnicas como el Yoga, el taichí, la biodanza, el senderismo y muchas otras. Estos métodos de autoconocimiento en los que se combinan movimientos físicos y concentración mental, al impulsarnos a que nos movamos, sudemos y hagamos ejercicio, realizan una magnífica labor de limpieza en nuestro organismo facilitando la eliminación de la toxicidad acumulada por el continuo bombardeo de las hormonas del estrés. El llorar nos permite que a través de las lágrimas nos deshagamos de mucha de esta ponzoña, pero el caminar, movernos, accionar nuestros músculos, huesos y articulaciones, también suponen, además de un reencuentro con nuestro cuerpo, una vía rápida para eliminar esa toxicidad y para generar otras hormonas que, gracias a sus efectos calmantes y euforizantes, nos infunden un mejor ánimo.

Si estás pasando por un duelo, sacar a la luz tus emociones y sentimientos más escondidos puede serte de gran utilidad para superar el proceso. Elige tu propia vía, la que más te llene y busca tu propia forma de expresión artística, mental y/o corporal para visibilizar y sanar tu sufrimiento más profundo.

2 comentarios:

  1. Como podría haceros llegar la carta a mi estrella del cielo?

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    1. ¡Hola!
      Puedes escribirme a emayorga@mentelibre.es
      Un fuerte abrazo,
      Elena

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